Decides presentarte al labrador.[]
Te mira con cara extraña: su idioma no es el tuyo. Un detalle que tú no habías pensado. Recuerdas algunas frases de cortesía de tus clases de latín. El labrador te ofrece una cama para dormir y un plato de sopa.
Al día siguiente, le das tus zapatillas y tu jersey a cambio de un caballo y unos trapos para tapar el resto de la ropa. Él queda muy contento al ver la comodidad del calzado y del jersey y te da un buen caballo.
Llevas una semana recorriendo la Hispania romana comiendo fruta y verdura que robas de los campos cuando llegas a Saetavis, una ciudad de paso de la Vía Augusta. En esa ciudad impresionas a algunos legionarios con trucos de magia que no son más que reacciones químicas o juegos de lógica. Has mejorado mucho tu latín y decides quedarte a vivir en la comarca. Tienes multitud de oficios porque sabes mucha más medicina, física, química, filosofía que cualquiera de los habitantes de Saetavis. Enseñas a los legionarios muchos trucos militares posteriores, como el camuflaje o la pólvora y ayudas al Imperio romano a defenderse siempre de cualquier invasor. Se corre la voz y te dan un cargo importante. Reúnes a grandes pensadores de la época para redactar una constitución y aplicar la política moderna sin los errores del siglo XX. Quitas las cosas inmorales de la cultura romana como los esclavos o el circo; diseñas toda una industria con las técnicas modernas. Las demás culturas del mundo descubren lo beneficioso que es ser socio del Imperio romano. Con todo esto, evitas la edad media y las guerras posteriores. Has ayudado al mundo a ser casi perfecto justo cuando estaba dispuesto a serlo.
FIN
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